Alberto Contador sonriendo ante la putada que le habían hecho. Será por eso que dicen de que a mal tiempo buena cara...
Las noches en los hoteles fueron un auténtico infierno para el ciclista español: “al principio eran cosas pequeñas, como adelantarme un par de horas el despertador o cambiarme mis cintas de música por otras de Camela”, comenta el deportista. “Pero fueron a más. Algunos días me encotraba calcetines sudados debajo de la almohada, otros me cortaban el agua caliente cuando me duchaba, y el papel higiénico siempre desaparecía cuando más lo necesitaba. ¿Qué decía el director? Una vez se me ocurrió comentárselo y me mandó a la cama sin cenar porque decía que no le gustaban los chivatos.”
Con todo ésto, el momento más difícil para Alberto fue el pasado jueves, en la etapa contrarreloj, cuando entre varios compañeros de su equipo (algunos empleados del hotel aseguran haber visto a Armstrong entre ellos) le cambiaron la bicicleta por un triciclo y el casco por una txapela. “Faltó muy poco para que no tomara la salida”, confesó, “ya que los comisarios técnicos me decía que no podían homologar una bicicleta con tres ruedas”, pero hubo suerte, ya que la gendarmería francesa “encontró la bicicleta y el casco en un contendor de chatarra, justo 10 minutos antes de la salida de la etapa”.
Pero la cosa parece que no va a quedar ahí. En el pelotón internacional ya ´se comenta que Armstrong ha contratado los servicios de un brujo vudú para el año que viene, aunque sobre estos rumores, Contador ha sido tajante: “por mi, como si ficha a Carmen de Mairena, y la pone a dar pedales”.
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